¡Tu vida es despojo liberador para el encuentro sin más!

… “caminante peregrino”, cada jornada contempla el cielo como el primer día… es que cuando desde lo hondo tu corazón aspira, entonces participa en ese altísimo e inefable respiro que es su vida y su secreto… el corazón aspira la expiración de Dios… la aspiración no nace en el corazón… éste la recibe, la acoge, aunque no tengas conciencia actual de ello… no es necesario que insistas… al contrario, con mayor simplicidad cada vez… con la sonrisa y la ternura de Dios…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, tus pasos, los que trazan tu senda, en realidad provienen… proceden… siguen lo que ya tuvo comienzo… ¡pretendes construir una casa y ya la tienes hecha!… ¡se te ocurre que te faltan tantas cosas y ahí están a tu disposición!… del Corazón de tu Señor amado sigue brotando tu vida… sal, pues, a Su encuentro… ¡pero no le pidas que te eche, ni tú le pidas que Él se vaya!…

… mira que inicialmente, antes de la aurora, de alguna manera en Él estás… ¡en Él eres, existes y te mueves!… recuerda tu condición primera, tu virginal soledad… el espíritu que asciende hacia el encuentro interior atraviesa el tiempo en oblicuo como un relámpago… tu vida no es conquista, adquisición o progreso, sino despojo liberador para el encuentro sin más…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, dejas lo dejado para no entorpecer el encuentro con tu Señor amado y con los tuyos… si quieres el encuentro, no busques que te echen… si quieres el encuentro, no pidas que los otros se vayan… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 8,28-34: “… le rogaron que se fuera…”…)…