Tú haces el camino en Aquel que guarda y te lleva en Su Corazón

… “caminante peregrino”, no te detengas, ahora, en palabrejas y cuestiones… no seas, esta vez, profesor de filosofía sino filósofo… sólo abandónate en tu camino sin titubear… tú haces ese camino tuyo en Aquél que te guarda y te lleva en Su Corazón… no temas, ni vaciles, no dudes y no pienses… lejos de todo y de todos, muy cerca, inmediatamente, de Dios… de Su Corazón…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amigo, a pesar de las confusiones… a pesar de contrariedades y oscuridades existe, en todo, una sencillez originaria al escuchar limpiamente Su Palabra… y esto es auxilio y guía para todo discernimiento… oyes y ves, se te dice y no se te dice… ¿qué más da?… ¿quién «tiene» que comprender?… ¿los que suben, los que bajan, los que van, los que vienen?… es tu Señor quien te habla, y basta… no quieras más…

… hay una luz que no se apaga, una llama que siempre arde, una hoguera que no se consume, un fuego que no se apaga… es la Presencia confiable de Quien te ama… todo ha llegado silenciosamente, constituyendo tu morada… ¡despréndete pues de todo, no te detengas en este paraje!… el paisaje no tiene fronteras, el Cielo tampoco conoce límites… no importa esto, no importa aquello… el Espíritu es tu vida y tu morada… sumérgete en el Silencio, Su Corazón se dilata…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, sabes que toda enseñanza de tu Señor amado tiene que ser primero aceptada… si la aceptas, la comprendes… en cambio, si quieres primero comprenderla para luego aceptarla, la terminas negando o recortando… es que la fe es creerle a Él… aliméntate con la Verdad del “pan del día”, (Marcos 12,18-27: “… ¿no será que ustedes están equivocados por no comprender… ”…)…