Todos saben qué es la sed, más de una vez la has tenido y no tenerla significa estar muerto

… todos saben qué es la sed… más de una vez la has tenido y no tenerla significa estar muerto… esta necesidad que acomuna a todos, que iguala a todos, sirve para tocar otra realidad más honda y que puede golpear también a todos: la de una sed que no se apaga, la de la insatisfacción… la insatisfacción es una cosa un poco pegajosa, como la toques ya no te la despegas de los dedos… la insatisfacción es escurridiza, a veces ni siquiera sabes por qué estás insatisfecho, pero el hecho es que lo estas, como si tuvieras un agujero dentro, un boquete en el alma por el que se te escapa lo bueno, lo valioso, lo bello, que no te deja estar contento con nada… que te obliga a aceptar cualquier propuesta, atiborrando tu agenda hasta el agobio o la mentira… con diarrea de cometarios y opiniones, porque te crees imprescindible en siete sitios a la vez… la insatisfacción también es ambigua, se la confunde con la ilusión de estar constantemente estimulado y productivo, siempre a tono, sacando el máximo de cada situación… la insatisfacción no produce nada y lo quiere todo, muchos amores, ningún amor… la peor insatisfacción la provoca la mezquindad, el mezquino nunca está satisfecho… y la incredulidad es una forma de insatisfacción, es morir de sed delante de la fuente… la #rosasinporqué abreva y sacia su sed en la gratuidad, sus raíces humedecidas de humildad no conocen la insatisfacción… ¿eres un insatisfecho solo por rebeldía y caprichos?, ¿tu insatisfacción es por buscar siempre más y no conformarte con lo inmediato superficial?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 17,14-20)…