¿Temes lo que pueda advenir?

… ¿temes lo que pueda advenir?, ¿temes lo que no es, ni puede ser?… la excesiva información, el movimiento constante sin paz, te atan y te enlazan sujetándote en las «vueltas» y «revueltas» del camino… la pobre «fantasía» gime volando de un lado para el otro, porque hasta ella misma teje amenazas y diseña peligros… y, sin embargo, el horizonte está despejado… en efecto, está dentro, en tu interior, no tienes que correr para alcanzarlo, no tienes que salir para encontrarlo… suponías que tantas cosas acaecían fuera, por allí, sin reparar que lo que acontece está aquí y depende de ti… ¿ignoras la «fuerza» de la «adhesión» del corazón?… ¡espléndido amanecer!, ¡aurora sin par que sólo nace en la entrega incondicional de quien vive por y para los demás!… entonces, te dices, “¡me voy hacia “ese” lugar!”… y te olvidas que a “ese lugar” no se va porque desde el principio estás en el, ¡eres huésped de la gratuidad desde siempre!… es ésta la realidad profunda que te cuesta descubrir… es que las distracciones son tantas y tan variadas que acabas seducido por lo que no es… no busques el barullo que está siempre fuera… corre, pero hacia adentro, hacia lo profundo, y verás… la #rosasinporqué corre todas las mañanas hacia su interioridad, se encuentra con la gratuidad y da testimonio de ella… ¿hacia dónde corres cuando llama el amor?, ¿te animas a adentrarte en tu interioridad para darte sin medida a los demás?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,2-8)…