Sorprendido porque te dejas servir

… sorprendido porque te dejas servir y atender por Marta, un ama de casa, comprendo, Señor, que nos necesitas… en tu silencio acogedor nos ofreces ser tu palabra traducida en miles de lenguas, quieres expresarte en nuestros labios, en el susurro al enfermo terminal, en la sílaba que alfabetiza a un niño… en tu respeto a nuestra historia, nos ofreces ser tus manos para cocinar, lavar la ropa familiar, llegar en la caricia de los dedos que alivia la fiebre sobre la frente o enciende el amor en la mejilla… en tu aparente distancia, nos envías a recorrer caminos, somos tus pies y te acercamos a las vidas más marginadas, pisadas suaves para no despertar a los niños que duermen su inocencia, pisadas firmes para ir a trabajar o llevar con prisa una carta perfumada… nos pides ser tus oídos, para que tu escucha tenga rostro, atención y sentimiento, para que no se diluyan en el aire las quejas contra tu ausencia, la duda que paraliza la vida y el amor que comparte su alegría… ¡gracias, Señor, porque necesitas a Marta y a María!… ¿cómo anunciarías tu propuesta sin alguien que te escuche en el silencio?, ¿cómo mirarías con ternura, sin un corazón que sienta tu mirada?… la “rosa sin porqué” es Marta y es María, escucha y sirve a la gratuidad, sirve y escucha con alegría… ¿disocias el servicio de la oración y ambas perecen?, ¿rezas antes de servir, escuchas antes de hacer?… (con el evangelio de hoy, San Lucas 10,38-42)…