Somos una comunidad de soledades

… somos una comunidad de soledades… ya no se proyecta la casa colonial con sentido profundamente familiar, se diseñan monoambientes de 18mts2… no se piensa en la convivencia, sino en vivir uno y nada más… muchos pasan horas chateando encerrados en la nuevas cárceles sin barrotes ni guardacárceles de las redes sociales… seres incapaces de expresar sus sentimientos si no tienen una pantalla por medio… “enredados”, “conectados”, pero no comunicados… es que la necesidad de ser tenidos en cuenta, de estar presente en la vida del otro, elemento insustituible del amor, ha sido explotada comercialmente de manera abusiva y posesiva… vives inmerso en una dinámica de consumo basada en desear algo, satisfacer ese deseo, y volver a tener otro deseo para repetir esta secuencia… no hasta la saciedad, que nunca llega, sino hasta el infinito… si el placer se reduce al paso entre no tener algo y conseguirlo, al efímero instante entre dos deseos, ¿cuándo disfrutas de lo que tienes y amas?… sigue habiendo sordomudos que viven aislados, encriptados en sus miedos, soldados a sus egoísmos, encadenados a sus ambiciones, y necesitan ser “liberados”… que se abran los candados, que se abran la rejas, que se abran los corazones… “¡Ἐφφαθά!” (¡efatá!, ¡ábrete!) … la #rosasinporqué no vive encerrada sobre sí misma, por la gratuidad vive abierta, comunicada, con los demás y con la creación… ¿por estar conectado a las redes sociales vives incomunicado con los tuyos?, ¿eres un sordomudo que necesita encontrarse con Jesús para te abra los oídos y te suelte la lengua?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 7,31-37)…