Siempre de camino, por los lugares más insólitos

… siempre de camino, por los lugares más insólitos… no venciendo distancias, sino descubriendo otras, tal vez nuevas… y siempre esperando, sino ¿para qué ponerse en camino?… ¿esperar?, ¿qué?… se plantea, muchas veces, esta pregunta en tu corazón… has, tal vez, olvidado ese fin que nunca es lejano… no se trata de juzgar todas las cosas como simplemente perecederas, sino tener clara conciencia de la futura transformación de todas ellas… jornada tras jornada te hallas prisionero aparentemente de un tiempo que, con signos diferentes, vuelve y vuelve… pero no es así en modo alguno… el día que esperas ya llega y ya percibes, de algún modo, sus destellos… el «día» se torna Alguien, que es el Señor del tiempo y de la historia y el sentido de toda tu vida… no esperes el resultado de planes ni el destino último de estructuras, no esperes que pase esto o aquello… no, no es eso, es infinitamente más que todo… más hondo que los valles y las montañas, más inmenso que la inmensidad del mar, más alto que las estrellas y, no allí lejos, sino inmediatamente cerca… no dejes de esperar, está llegando… la #rosasinporqué no se cansa de esperar, y no le preocupa ni desilusiona volver cada mañana a florecer sin porqué… ¿por qué te pones en camino si no tienes esperanza?, ¿para qué caminas si no esperas llegar?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,5-11)…