Si conocieras la alabanza, ¡alabarías!

… si conocieras la alabanza, ¡alabarías!… si vieras a un pequeño alabar, ¡te sorprenderías!… si la alabanza rozara tu corazón, ¡tus miradas y tus palabras cambiarían!… es que, si te has parado a contemplar el cielo, un bosque, un arroyo, que te han impresionado por algo que has llamado “belleza”… es que, si has sentido de pronto ganas de cantar, o de correr un buen trecho, por algo que has llamado “alegría”… es que, si te has preguntado asombrado cómo alguien te puede querer precisamente a ti… ¡puedes entender lo que significa alabar!… y así, cuando menos lo esperas se vuelve más fresca tu vida… y cuanto más alto miras, cuanto más te sorprendes, más pequeño y más de rodillas… y después, cuando menos lo esperas la gratuidad va marcando su ritmo, y un sendero de acción de gracias por dentro va tejiendo otra entraña más viva… entonces apareces más hermano, más hijo, más de rodillas… es casi sin querer, al compás del deseo, de los sueños, como vas haciéndote niño, más a la imagen del corazón del Amor… y después, cuando menos lo esperas no puedes menos que amar y alabar de rodillas… la #rosasinporqué se estremece de gozo cada mañana y alaba la gratuidad en la insignificancia de su vida… ¿te ha tocado la alabanza el corazón?, ¿dejas que la alabanza te inunde o vives inundado de quejas y lamentos?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 11, 25-27)…