Querido hermano

… querido hermano, estamos en el mismo camino, participamos de la misma comunidad… así que, si me parece que te equivocas en tus pasos y te dañas y dañas, como te amo, mirándote a los ojos, tomando unos mates y dándonos mutuamente tiempo, trataré de corregirte… y, también, a corregirme, porque al ser fraterna, seguro yo mismo tengo cosas que revisar, porque es una corrección a cuatro ojos… pero, tal vez, no sea yo quien mejor te lo sepa decir, ya que soy altanero y mis palabras no te caen, con razón, nada bien… o, tal vez, necesitas darte cuenta que todos te amamos, y deseamos lo mejor para ti y para tu vida… corregir no es vomitar la bronca con enojos y fastidios, es fruto de la oración… corregir es un gesto de amor, sólo quien ama puede ser centinela de su hermano… el amor da solidez a la corrección y da fuerzas para cambiar… la corrección fraterna no es una opción, es un deber, es “misión”… la corrección es mano tendida, obstinadamente abierta, no es dar instrucciones de arriba abajo… es un hermano que tengo que rescatar, no una cabeza que tengo que aplastar… es corrección de hermanos en fragilidad, es corresponsabilidad… es exigente porque, antes de corregir, necesito demostrarle al hermano que lo amo a pesar de sus patinadas… ¡Señor, préstame un pedazo de tu manto para amparar a mis hermanos, estoy cansado de estrangular a quienes no sé cuidar y cubrir con mi manto!… la #rosasinporqué no es cobarde ni indiferente ante el mal ajeno, con la gratuidad se involucra en la corrección perseverante y delicada… ¿eres indiferente ante el pecado de tu hermano?, ¿rezas para amar más antes de corregir?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 18,15-20)…