Quédate mujer, atraviesa la noche

… quédate mujer, atraviesa la noche… deja que brote el llanto, y que las lágrimas hagan su camino surcando tu rostro… nombra tus heridas, di que te duele, que te sientes como muerta… ¿defraudada como aquellos de Emaús?… ¡no!, imposible… cuando se ama con corazón de mujer no se piensa en el mañana sino en el ahora… por eso te quedaste, aunque llorando, y viniste a la sepultura… no te fuiste como aquellos peregrinos cabizbajos que regresaban al pasado… balbucea este trago amargo, pero entrégate, frágil, a lo que venga, a la realidad sin vueltas… quédate, aunque sientas que no hay terreno firme bajo tus pies… mantente, atraviesa, aunque parezca que no hay final… “¿dónde lo pusieron?”… déjenme, al menos, quedarme con su cuerpo muerto que ya no muero más de lo que ayer morí… ya nadie pronunciará mi nombre como en aquellos días, ¿para qué vivir?… “mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?”… “María”… “Maestro”… ¿no estabas muerto?, ¿qué es esto que no entiendo pero escucho y veo?… vamos mujer, de pié, no me retengas, camina y sostiene con tu corazón las miradas de quienes padecen y se cansan… ayuda con tu amor a quienes no creen que habrá suelo al siguiente paso, permanece, no te bajes… deja la noche, ya es el Día, Yo estoy contigo, y seguiré nombrándote siempre, ¡María!… la #rosasinporqué tiene corazón de mujer, por eso permanece llorando pero agradecida… ¿estás viviendo la Pascua como una más, como una menos, o como “tu” Pascua?, ¿te dejas nombrar como siempre pero nuevo?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,11-18)…