“¿Qué tengo que hacer?”

… “¿qué tengo que hacer?”, te preguntas y le preguntas a la vida… pues nada… nada más que abrir tu casa y morada al Señor que viene, que ya está… una suerte de frenesí acapara a los incautos que creen crecer en la vida a fuerza de «hacer cosas»… y desesperan porque enseguida comparan sus máscaras y figuras, sin ir más allá… ante tanta insatisfacción y vacío con «obras propias» es preciso que levantes los ojos al cielo y busques una altura nueva y fecunda, que sólo viene de Dios… aquí tienes un horizonte más grande, un panorama renovador que sólo lo alcanzarás en la oración y en el silencio… el silencio al comenzar la jornada es un respiro necesario para remontar vuelo… no hallaras excesivas compensaciones, de esas que quiere, a toda costa, el «ego» inquieto, pero se te brindará una fecundidad no posesiva, no proyectada ni artificial, sino real y verdadera… abre, pues, la puerta de tu casa, y deja entrar al Señor… Él atenderá las dolencias de los enfermos y, a ti y a los tuyos, los sentará en la mesa de la “Cena que recrea y enamora”… la #rosasinporqué comienza cada jornada yendo al silencio, ahí la gratuidad le habla y enamora… ¿cómo comienzas cada día, cada jornada?, ¿vas al silencio o “haces” silencio?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 1,29-39)…