¿Qué debes hacer?

… ¿qué debes hacer?… esta pregunta se agolpa con tantas otras en las jornadas de tu andar agradecido… no es hora de responder esto o aquello, sino de atender, en el corazón, lo que allí habita desde siempre… ahora mismo surge lo que aguardabas sin sospechar nada… «¡alégrate!»… si, alégrate una y mil veces aunque nada veas a tu alrededor, aunque todo lo cubra el silencio, aunque el desorden de la hora presente acabe por asustarte… a pesar de lo que fuere todo está, todo se da, la respiración profunda ni desfallece ni puede desfallecer… ¿es necesario insistir tanto en que todo lo tienes o todo lo recibes?… si no hay ruidos ni estrépitos, si nadie garantiza con sellos y documentos: ¡no importa!… la vida late, el corazón late… la gratuidad es presencia y es sorpresa, en silencio y con alegre confianza… quizá, lo que no expresa, se oculta en una sonrisa plena… ¿puedes sospecharlo?… la poesía no se lamenta, a veces sólo puede llorar… en medio de la noche, la luz atraviesa el silencio y cualquier angustia y, en la plegaria, adhiere a la nueva melodía que anuncia la santa Navidad… puedes «zurcir» estas palabras, aunque parezcan otra cosa, pero no hay música que las reemplace… es aquí, sí es aquí, no te equivocas… sigue, atraviesa esta soledad, no temas… ¿esperabas otra «sorpresa» distinta de Dios?… sólo Dios te aguarda y te espera… “¡hágase!”, y basta… la #rosasinporqué no anda buscando certificados de garantía para confiar y abandonarse, la gratuidad hace que siempre diga “¡hágase!”… ¿exiges pruebas para confiar y darte y amar?, ¿te alegras cuando das el “sí” a la voluntad de otro?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,26-38)…