¡Qué barbaridad!, parece que el tiempo no se estira lo suficiente

… ¡qué barbaridad!, parece que el tiempo no se estira lo suficiente… no llegas, no puedes, no alcanzas, no lo consigues… a veces la vida va en cámara rápida, y con tal inflación de obligaciones lo que ganas en eficacia lo pierdes en calidad de vida y de relaciones, a veces dudas de si al fin estás viviendo en la superficie de las cosas por incapacidad de parar… pensar por un rato en lo que has hecho, en las conversaciones mantenidas, en los rostros contemplados, en las palabras dichas, en los aciertos y en los errores, en los compromisos adquiridos, en las caricias dadas y en las olvidadas, en las risas y llantos de ahora y de entonces, en los exabruptos contenidos y en los pronunciados, en la oración realiza y en la omitida… necesitas detenerte en silencio, sin la urgencia del siguiente paso, de la próxima cita, del nuevo encuentro, y preguntarte: ¿qué queda de lo dicho y lo oído?, ¿qué aprendí de los errores y los aciertos?, ¿dónde está la marca de las caricias?, ¿a dónde me han llevado los compromisos?, ¿qué puentes se han tendido, y qué caminos se han cerrado?… tienes una vida que es vivida y otra vida que es pensada, y la única en que existes es la que está dividida entre la cierta y la errada… la oración vivida del Padrenuestro posee la bondad de unificar y jerarquizar afectos y deseos… la #rosasinporqué todos los días balbucea el Padrenuestro y, así agraciada y así agradecida, vive cada instante como una eternidad y cada situación como una oportunidad… ¿haces lo que haces o vives disperso en mil actividades?, ¿la oración para ti es mangazo o comunión?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 6,7-15)…