Poner la vida toda, el ayer, el hoy, y el mañana, en las manos de otro

… poner la vida toda, el ayer, el hoy, y el mañana, en las manos de otro, no es dejadez sino confianza, es abandono confiado, suave abandono… existe un abandono desconfiado, ríspido, tenso, interesado… para el abandono confiado, o suave abandono, es imprescindible la experiencia profunda del “incondicional afectivo” de aquel “te quiero porque te quiero”… cuando las experiencias afectivas quedan en estertores de sentimientos pasajeros, en manotazos de emociones provocadas, en gustos inducidos por las modas, en trueques pactados en borracheras, entonces no hay “espacios vitales”, “almácigos de confianza”, para el amor auténtico… no nos sorprenda que tanto les cueste a los jóvenes de hoy asumir compromisos duraderos, en poner sus vidas en las manos de otro… los hemos privado del “incondicional afectivo”, les hemos mentido sobre el amor, les hemos ofrecido pasatiempos… hemos de volver a la confianza, al suave abandono, al amor gratuito y desinteresado… la #rosasinporqué se dona incondicional y gratuitamente, porque creció en el almácigo de la confianza… ¿pones tu vida en las manos de otro?, ¿cuidas los brotes del amor en el almácigo de la confianza, del suave abandono?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 3,31-36)…