Poco o mucho, con frecuencia estas tentado de «medir» casi todo

… poco o mucho, con frecuencia estas tentado de «medir» casi todo… hasta que llega una hora, ¡y qué hora!, en la que todo cálculo se estrella y los dichos y definiciones de ayer se revelan insuficientes y hasta molestos y contraproducentes… a veces es una desagradable sorpresa: “¡falta vino!”… es necesario que abras el corazón a otra dimensión porque sólo es allí donde hallarás tu bien… llega, por ejemplo, la hora inesperada de la enfermedad y del dolor, de las privaciones… ¿qué hacer entonces?, ¿callar, preguntar, sufrir sin más?… la «gran muralla» de «otros tiempos» se quiebra y se derrumba… es preciso dejar que se torne polvo porque ya, en realidad, no defiende de nada… hay una apertura que no te atreves a atravesar: ¡la gratuidad sin más!… que no está, ¡nunca lo está!, en contradicción con lo mejor de tu «pasado», con tu vida entregada y esforzada de ayer y de siempre… la gratuidad aparece en la carencia del vino y en esa cantidad de agua insuficiente para festejar… basta que dejes que entre la gratuidad en tu corazón y probarás el insospechado vino bueno… la #rosasinporqué acepta que la gratuidad medie en su vida, entonces todos los días ofrece la hermosura embriagante de sus abiertos pétalos… ¿aceptas la limitación de tus esfuerzos y recibes la mediación de la gratuidad como una gracia en tu vida?, ¿invitas a la Virgen María a la fiesta de tu vida?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 2,1-11)…