Un pedido, una súplica: “si quieres, puedes curarme”

… un pedido, una súplica: “si quieres, puedes curarme”… ésta es la historia de un leproso, de un excluido, de un separado de todo y de todos por su enfermedad… y la soledad existía, como existe la tristeza… pero no estaba sola la soledad… y Jesús al verlo dijo: “lo quiero”… y en ese oficio de consolar, Su palabra: el silencio… Su gesto: la mano tendida… Su mensaje: la Buena noticia… Su aliento: la esperanza… la imagen: el horizonte, Su camino… un sentimiento: Su ternura… un sabor: el del encuentro… una textura: la de Su mirada… y esta es la historia de una soledad… y la soledad existía, como existe la tristeza, pero no estaba sola la soledad… “¡acércate!”, “¡no calles tu sufrimiento, no ocultes tu dolor!”, “¡confía!”, escuchó la sola soledad… acércate, buen amigo y amiga de la rosa, a tantos que están solos… ¿quién no está enfermo?… es mi deseo, ¡acercarme contigo a otros que sufren, que lloran, que están solos!… la #rosasinporqué todas las madrugadas se asoma delicada y gratuitamente, nunca te deja solo, sola… ¿sabes acercarte a los que están solos?, ¿sabías que la sola soledad enferma y mata y por eso Jesús la cura de raíz?… (con el Evangelio de hoy San Marcos 1,40-45)…