Partir es salir de dónde se está, es ponerse en camino, es dirigirse hacia

… partir es salir de dónde se está, es ponerse en camino, es dirigirse hacia… toda la vida es un constante partir, un éxodo… de una tierra de esclavitud y escasez, a una tierra de libertad que “mana leche y miel”… pero partir es, ante todo, salir de uno mismo, romper la coraza del egoísmo que intenta aprisionarte en tu propio limitado y engreído yo… partir es dejar de dar vueltas alrededor de ti mismo, como si fueras el centro del mundo y de la vida… partires no dejarte encerrar en el círculo de los problemas del mundo al que perteneces, cualquiera que sea su importancia, los otros siempre primero, ¡a ellos debes servir!… partir no es devorar kilómetros, atravesar los mares o alcanzar velocidades supersónicas, es ante todo abrirte a los otros, descubrirlos, ir a su encuentro… partir para llegar y llegar y no quedarte afuera, entrar y saludar… no mirar desde la puerta, sino entrar y compartir, entrar y saludar, ¡qué lindo que es saludar!, ¡qué lindo que es alegrarse por la presencia del otro!… pero todo comienza con el partir, con salir de uno… la #rosasinporqué todos las mañanas parte, sale de ella hacia los demás, saluda con gratuidad y se pone cantar con algarabía… ¿has partido, salido, de tu efímero yo hacia el encuentro con los demás?, ¿saludas sólo por buena educación o como expresión del gozo que te causa la presencia de los demás?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,39-56)…