Para transmitir la gratuidad no hace falta nada sofisticado, ni grandes recursos

… para transmitir la gratuidad no hace falta nada sofisticado, ni grandes recursos… en realidad, si fueran necesarias “cosas” para contagiar lo esencial del corazón es que no es tan esencial… la convicción convincente no necesita de “marchas” ni de “piquetes”, menos aún de “publicidad”… es que las convicciones no se imponen por la fuerza ni a los gritos, sino que se contagian… ¡triste convencido aquel que deba convencer a los demás!… la alegría se contagia, la ternura se contagia, la bondad se contagia, la gratuidad se contagia… deja, pues, de intentar convencer a los demás y vive convencido… ¿de qué iba aquel sueño que soñabas?, ¿no te acuerdas?… te despertaste sintiendo una misión a este mundo, y pensaste que era tan solo un sueño… y ese sueño es tu vida presente: pocas certezas, tanto interrogante, falta de seguridad, precariedad en todo, pero enamorado… llevas ese tesoro en vasijas de barro, pero ¡no temas!… Él te envía, mejor dicho: ¡Él te atrae y trae! ya que la llamada precede a tu respuesta… y Él te equipa con lo necesario: pizca de amor cargada de alegría, misericordia que lo cambia todo y cada día una nueva oportunidad… Él te hace saber que estás aquí para algo y, sin forzarte, le da un rumbo a tu vida, una hermosa misión a este mundo tan pobre de sueños y amor… la #rosasinporqué vive convencida del lugar de la gratuidad en su vida, por eso amanece siempre hermosa todos los días… ¿intentas convencer de lo que no vives convencido?, ¿qué cosas contagias a los demás?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,7-13)…