Ocurrencia desubicada ésta de preguntar

… ocurrencia desubicada ésta de preguntar por quién es el más grande, como si la grandeza de una existencia fuera cuestión de estatura, genética, herencia, competencia, suerte, acomodo, promoción o charreteras… el que “recibe” a otro como un niño pequeño que se deja abrazar y que necesita en todo de los demás, ése, Señor, es “grande” a tus ojos y a tu Corazón… no es quien “da” el más grande, sino quien posee éste “modo de recibir”… no es quien “hace” el más importante, sino “el que deja que los otros hagan”… perdón, Señor, por querer medir palmo a palmo el Misterio, contar los destellos del cielo, y prestar mis sandalias al viento… perdón, Señor, por pretender bautizar cada ola, ponerle nombre a cada grano de arena, desplegar mis velas controlando tu aliento, y navegar en tus mares buscando en el agua tus huellas… perdón, Señor, por esta ocurrencia de querer ser “grande” creciendo, cuando tengo que ser “grande” haciéndome pequeño… la #rosasinporqué no tiene pretensiones de grandeza, la gratuidad la hace desear ser “grande” abreviándose… ¿tienes delirios de reconocimiento y grandeza?, ¿re dejas recibir como un niño?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,46-50)…