No ver la realidad, o verla mal, condiciona tus juicios y tus decisiones

… no ver la realidad, o verla mal, condiciona tus juicios y tus decisiones… y no escuchar los latidos de las situaciones en las que te encuentras, te insensibiliza con la realidad, te distancia del corazón de tus hermanos… en un mundo en el que hay tanto ruido no es sencillo prestar atención a los latidos, a los pulsos de la vida… es que se aguardan latidos “sonoros”… precisiones, infinitas aclaraciones, soñando con los resultados de no se sabe cuáles cálculos y cuestiones que se presentan a diario y sumen en el desconsuelo… ¿a quién y qué escuchar?… el “desierto de este tiempo de espera” sigue enseñándote… contempla, en el silencio, esa callada fuente que no deja de brotar y que no se expresa en lenguajes ni en gestos… ¿qué te da esta fuente?… “eso mismo”… ¿qué es “eso mismo”?, ¿es un juego?… no, no es ese juego desacompasado y triste, sin respuestas… ¿qué da?, ¿qué te da?… ¡te da a ti!… mejor todavía, te da la misma gratuidad, te da la vida, te participa el ser… ¿es ésta una respuesta?… depende de ti, si te atreves a «escuchar» el silencio, el horizonte se despliega… “escuchar el silencio”, no «escucharte», es decir no confundirte con el barullo de afuera y de adentro… ¿quieres escuchar?… atiende a lo esencial… ¿no pudiste aún escuchar respuesta?… ¡bien poco importa!, que todo vienes a saberlo, ¡cuando él o ella te miran!… la #rosasinporqué escucha los silenciosos latidos de la gratuidad, por eso no es insensible a la realidad… ¿sabes escuchar los silencioso latidos de vida de quienes te rodean?, ¿con qué latidos te haces el sordo?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 11,16-19)…