No aguardes tanto lo que aguardabas y ya no es

… no aguardes tanto lo que aguardabas y ya no es… ¿sueñas con lo habría sido pero que ya se fue?… es hora que pases más allá y subas más arriba, que vayas más hondo… cuando todo eso no llega, ha de llegar otra cosa… lloras esa ausencia porque querías retener esa presencia… pero para que la presencia permanezca, debes soltarla y has de correr a anunciarla… ¡oh dicha sin nombre del puro y vero amor que embelesa!… ¡cuánto tardas en hallar tu bien!, ¡cuántas lágrimas!… te preguntas: “¿está por allí, está por aquí, en este o en aquel paraje?”… “¿dónde está, dónde lo pusieron?”… y, claro, no está en ninguna parte, porque buscas, con pasión, lo que “no es”, lo que ya “no existe”… no has de apretujar “recuerdos”, ni aferrarlos para que no escapen, porque esos supuestos recuerdos ni están, ni son… cada vez que cierras una puerta juzgando que todo acaba allí, aprisionas menudencias y antiguos errores, ahogando la libertad de otros y mayores horizontes… suelta, suelta, que no es lo que supones… deja volando ese “pájaro” que se va lejos… ¡no acapares!, ¡no amontones!… descubre la presencia gratuita más allá de los recuerdos… la #rosasinporqué escucha su nombre de gratuidad y, entonces, descubre la presencia que las lágrimas velaban… ¿lloras ausencias en los recuerdos que pesan, y no llegas a descubrir presencias en el presente que alegra?, ¿posees un nombre amado por el cual se te devuelva la vida?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 21,1-3.11-18)…