Necesito verte, Señor

… necesito verte, Señor, necesito decirte algo… y me acerco hasta Ti con la confianza que me has dispensado en estos años, haciéndome uno de tu familia… es mucha la gente que te rodea, y le pido a alguien que te diga que estoy aquí… me haces esperar y, por respuesta, a todos, en general, tratándome como uno más, dices que tu verdadera familia son los que están “vinculados” en la escucha de tu Palabra y en la práctica de la misma… Señor, en tus manos pongo mi vida que no entiendo, a veces dura, sin la más mínima grieta donde escarbar, impenetrable superficie, lámina de acero… y a veces difusa, turbia y cambiante como una humareda donde se queman mis días secos… en tus manos, Señor, dejo, mis afanes y trabajos sepultados en los surcos… sólo conoceré su verdad cuando rajen la tierra con sus hojas verdes y su nombre propio, que aún no reconozco… en tus manos, Señor, no sé muy bien lo que pongo, pero sé que es mío porque me enciende y a veces me congela… y sé que es Tuyo, porque por mis grietas respiro un aroma que calma la ansiedad, y me llega un canto que no tiene estridencias… Señor, ahora callo, y acepto tu Voluntad… la #rosasinporqué aunque necesita muchas cosas, calla y acepta escuchar desde la gratuidad la Palabra que la sacia y plenifica… ¿atropellas y no respetas a nadie cuando tienes una necesidad?, ¿sabes escuchar con paciencia y gozo la Palabra que te dice y da todo?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 8,19-21)…