… nacer es uno de los momentos más estresantes de la vida humana… que el bebé naciente no tenga el cerebro totalmente desarrollado hace que lo pueda sobrevivir… probablemente, un adulto no podría asumir tal experiencia extrema de salir a la luz y respirar aire fresco… lo mismo ocurre con la gratuidad de Dios… Él sabe que no puedes con todo, y es discreto, te da poco a poco para que puedas asumir tanto regalo… para que Dios infinito no asuste a una criatura tan pequeña, se da escondidamente entre las cosas, en las personas, en todo lo que existe… una tentación habitual es pensar que algo es tuyo… la vida, aunque cada uno la vive singularmente, no es de quien la vive… las capacidades tampoco son del todo tuyas porque no hiciste nada para tenerlas… lo que tienes, lo que te vino dado, no puedes atribuírtelo… hay un término jurídico que se aproxima más a lo que es real: el usufructo… es decir, el uso y disfrute de las personas, de las cosas, de todo lo creado… pero la propiedad es de Dios, de Él salió todo y al volverá, incluidos tiempo y espacio, todo… y, entre sus propiedades, navega tu libertad para hacer que lo creado merezca la pena, para aprovechar el regalo… la vida no es tuya, lo que ves y tocas no es tuyo, disfruta y aprovecha el regalo de tener más tiempo, seguro que en eso consiste vivir una vida buena y plena… la #rosasinporqué disfruta cada momento de su vida, porque sabe que todo lo que posee es don inmerecido… ¿eres consciente del regalo de la vida y de los regalos que a diario recibes?, ¿vives la relación con los demás como un don precioso que debes cuidar?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 21,5-9)…