Muchos, poco a poco, a menudo sin darse cuenta, se van alejando de la fe y de la práctica religiosa

… muchos, poco a poco, a menudo sin darse cuenta, se van alejando de la fe y de la práctica religiosa… o disocian la fe de la práctica religiosa, como si el mundo interior no necesitara una casa, un hogar, que lo contenga… cuando la fe no tiene “casa y mesa”, enferma y desfallece… no es la práctica religiosa la que alimenta la fe, aunque muchos consumen solo devociones y dejan al alma anémica… no se vive para comer, se come para vivir… no se practica paracreer, se cree para practicar… ¿para qué creer?… para situar las cosas en su verdadera dimensión, para vivir incluso los acontecimientos que parecen pequeños e insignificantes con más hondura, para tener más fuerza para amar más a las persona… ¿para qué creer?… para no vivir a medias, para no contentarte con “ir tirando”, para no ser un vividor, para vivir de una manera digna y gratificante, para no estancarte en la vida, para ir aprendiendo desde el Evangelio maneras nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de vivir… la palabra se hizo carne, para que la carne se hiciera pan y el pan se hiciera vida… la #rosasinporqué tiene sus raíces en el cielo de la gratuidad, de allí toma vida para florecer hermosa en la tierra… ¿cómo alimentas tu fe y cuál es su casa?, ¿has hecho de la fe algo tan subjetivo e irreal que no te permites transparentar y compartir tus convicciones?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 6,41-51)…