Me llamaste a estar Contigo

… me llamaste a estar Contigo y, seducido por tu Palabra y fascinado con tu Persona, dejé lo mío y te seguí… no te pregunté a dónde me llamabas ni para qué… sabía y sé que el amor es así: incondicional, total, gratuito… ¡me amaste y te amé!… sembraste en mí tu enseñanza, vi cómo atendías y curabas a los enfermos, compartí tu compasión hasta las entrañas ante el abandono y perdición de las gentes… y, un día, junto a otros, me convocaste a que fuera por los caminos proclamando la inminencia de tu Reino… ¡Señor, que vea!… que vea tu rostro en cada esquina, que vea reír al desheredado con risa alegre y renacida… que vea encenderse la ilusión en los ojos apagados de quien un día olvidó soñar y creer… que vea los brazos que, ocultos, pero infatigables, construyen milagros de amor, de paz, de futuro… que vea oportunidad y llamada donde a veces sólo hay bruma, que vea cómo la dignidad recuperada cierra los infiernos del mundo… que en otro vea a mi hermano, en el espejo, un apóstol y en mi interior te vislumbre a Ti… no quiero andar ciego, solo, perdido de tu Presencia, distraído por la nada… ¡Señor, que vea, que vea tu rostro en cada esquina!… la #rosasinporqué es convocada a proclamar la gratuidad, y va por los caminos descubriendo siempre una nueva oportunidad… ¿te sabes convocado a anunciar el Reino de Dios con tu vida?, ¿eres profeta de calamidades o portador de la Buena Noticia?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 10,1-7)…