Me han traído ante Ti

… me han traído ante Ti, Señor, para que “viera” porque, incrédulo, desconfiaba… pero eras Tú el que me veías “debajo de la higuera”… antes de orar, de poner mi corazón en Ti, Señor, y de dirigirte la palabra, ya Tú me has mirado en mis situaciones desgarradas… mi oración de súplica ya es una respuesta a tu voz que ha sonado antes en mis entrañas… Tú escuchas mi queja desarticulada y mi grito angustiado en esta terrible pandemia… y transformas mi grito viejo, lanzado al aire, en canto nuevo de alabanza y acción de gracias… Tú auscultas mi garganta ronca, agotada de gritar, seca como una teja… mi lengua está pegada al paladar, mis huesos están descoyuntados, mi corazón está derretido como cera… ¡no aguanto más esta parálisis certificada por meses de inmovilidad en la soledad de la cuarentena!… pero Tú me recreas en vida nueva sin que ni siquiera sepa yo que fuiste Tú quien me encontró en ese momento desconocido que me sanó del aislamiento inhumano y de la parálisis social… cuando me llamas por mi nombre, ninguna otra criatura vuelve hacia Ti su rostro en todo el universo… cuando te llamo por tu Nombre, no confundes mi acento con ninguna otra criatura en todo el universo… me viste debajo de la higuera, llorando mi soledad y mi desgracia… Tú me encontraste a mí, y era yo quien te buscaba a Ti… la #rosasinporqué se dejó encontrar por la gratuidad, y su vida se transformó en acción de gracias… ¿te dejas encontrar o te escabulles y te escodes?, ¿cuál es la higuera en la que el Señor te vio llorar?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 1,45-51)…