Me cuesta levantar los ojos del suelo

… me cuesta levantar los ojos del suelo tan cercano en el que aseguro mi pasar, ¡temo que al levantarlos y al encontrarme con otros ojos mi corazón se anime a soñar!… ¿quién podrá liberarme de este yo retorcido que se desangra en finas y sutiles filigranas de avaricia y soberbia?… ¡aquí estoy, Señor!, doblado como un signo de interrogación que espera la respuesta al ritmo urgente del deseo tan tirano, endereza mi pregunta y hazla un signo de admiración agradecida… ¡aquí estoy, Señor!, hueco como la palma de la mano, hecha un cuenco para recibir el agua sin demora, distiende mis dedos de mendigo ansioso en un ágil gesto de baile y alabanza… ¡aquí estoy, Señor!, curvado como un anzuelo que busca afilado con su seguridad de acero la presa tangible como pago justo a su esfuerzo tenso, ablanda mi rigidez en el suave mecerse del sedal sobre las olas… ¡aquí estoy, Señor, acogiendo tu don, la alegría y la paz de tus sueños!… ¡libérame de mí y haz que mi vida pase por Ti y por aquellos que por fin me anime a mirar a los ojos sin ansias de posesión ni de dominio!… la #rosasinporqué no vive encorvada sobres sus raíces ni retorcida en sus espinas, sus pimpollos de gratuidad se abren hacia arriba… ¿vives encorvado, retorcido y ensimismado?, ¿deseas mirar de frente aunque se conmuevan tus estanterías?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 13,10-17)…