Llegar hasta las casas de mis hermanos

… llegar hasta las casas de mis hermanos y dejarles tu paz, Señor… no quedarme afuera, sino entrar hasta el corazón de cada uno, sin invadir ni avasallar, sin imponer ni patotear… me ofreces ser tu Palabra traducida en miles de lenguas, adaptada a toda situación, quieres expresarte en mis labios, en el susurro al enfermo terminal, en el grito que sacude la injusticia, en la sílaba que alfabetiza a un niño… me ofreces ser tus manos para sembrar, lavar la ropa familiar, salvar la vida con una cirugía, llegar en la caricia de los dedos que alivia la fiebre sobre la frente o enciende el amor en la mejilla… me envías a recorrer caminos, soy tus pies y te acerco a las vidas más marginadas, pisadas suaves para no despertar a los niños que duermen su inocencia, pisadas fuertes para bajar a la barriada o llevar con prisa una carta perfumada… me pides ser tus oídos, para que tu escucha tenga rostro, atención y sentimiento, para que no se diluyan en el aire las quejas contra tu ausencia, las confesiones del pasado que remuerde, la duda que paraliza la vida, y el amor que comparte su alegría… gracias, Señor, porque me necesitas… ¿cómo anunciarías tu propuesta si alguien no estuviera que te sirva?, ¿cómo mirarías con ternura, sin un corazón que sienta tu mirada?… la #rosasinporqué llega hasta las casas y deja una fragancia de gratuidad, alegría y paz… ¿eres portador de paz?, ¿te crees dueño de la verdad y de los demás?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 10,1-12)…