¡Las cosas estropean por saturación la frescura del amigo!

… “caminante peregrino”, llamaste a una puerta aguardando que alguien te abriera y te hiciera pasar más allá de ella… caminaste junto a un río, buscando una playa, donde encontrar a no sé quién… trepaste a esa montaña, asomándote a sus cavernas, como los románticos buscabas plantas y flores exóticas, flores nuevas que nadie conociera… no, ¡no es allí!, ¡no es eso!, ¡ni esto ni aquello!… tu Amigo, Aquel que es más, no se identifica con lo que sea, ni aquí, ni allí…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, si crees que diste con tu destino al recibir no sé cuál diploma… o te empeñaste en esta o en aquella profesión… ¡te equivocas!… no hay en este mundo «nada», ¡ni nada de nada!, que pueda en efecto ser tu fin… cuando te parezca alcanzar esto o aquello que sueñas, di, muy fuerte en tu corazón, «¡no es!, ¡no es!, es preciso seguir más allá»…

… no hay cumbres… más altas están las estrellas y ellas mismas no pueden cerrar el cielo… y el cielo, ¿qué es el cielo?… el cielo se abre para que vayas más allá… ¡tu corazón, que en nada se conforma, está en lo cierto cuando insiste en buscar!… porque «Aquel» es ¡tan cerca!… que nada ni nadie te lo puede mostrar…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, amigas con miradas y quedas palabras tu corazón con el Corazón de tu Señor… ¿necesitas un signo mayor que Su amistad?… no reclames cosas sino presencia, las cosas estropean por saturación la frescura del amigo… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 12,38-42: “… aquí hay Alguien que es más… ”…)…