La vida del cachorro humano, y del niño y del joven y del adulto

… la vida del cachorro humano, y del niño y del joven y del adulto, se teje de relaciones significativas o superficiales, vinculantes o inconsistentes… los vínculos se van gestando en el ambiente en que uno se cría, vive, pertenece y permanece… el “incondicional afectivo”, ese impagable e irremplazable “te quiero porque te quiero”, germina dónde las relaciones son gratuitas, respetuosas, alegres, sinceras, generosas y, sobretodo, magnánimas… es el “microclima de la familia”, donde la vida del otro es un don agradecido y disfrutado, lo que permite una vida en clave de gratuidad… en la vida de familia las decisiones son magnánimas y los gestos se revisten de ternura… en la vida de familia, los derechos y las obligaciones no compiten entre sí porque el amor primerea toda la convivencia… en la vida de familia, la rivalidad y la competencia no existen porque cada uno está al servicio del otro y viceversa… siempre me impresionó que Dios haya pensado todo desde la familia, nunca desde el varón o la mujer individualmente… la #rosasinporqué agradece y disfruta la gratuidad del “te quiero porque te quiero”, ya que no encuentra otro motivo para amar que el amar mismo… ¿cómo vives el incondicional afectivo en tu familia?, ¿qué haces para favorecer el microclima de familia entre los tuyos?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 2, 41-52)…