La soledad del Sábado Santo es espantosa y espanta

… la soledad del Sábado Santo es espantosa y espanta, los recuerdos se amontonan y se hacen insoportables, las fuerzas exiguas expiran, la esperanza queda truncada ante el cuerpo convertido en cadáver, los ojos ya ni tienen más lágrimas para llorar pero el corazón las reclama y, lo peor de todo, la vida continúa… ¿la vida continúa?, ¿acaso se puede vivir sin el amado, sin la amada?… la muerte es terrible, es el fracaso, es el sin sentido, da náuseas… la cruz le hizo “eso” al amor: lo volvió inútil, vano… ¿pero es así?… estuvieron y están los espectadores, los que gritaron “Hosanna” y después “crucifícalo”… estuvieron y están los que colaboran para crucificar al inocente… estuvieron y están los que sufren pero no hacen nada… estuvieron y están los que deciden hacer algo, el Cireneo y la Verónica… estuvieron y están los amigos y la Madre, con el corazón roto, herido, golpeado, pero que se niegan a rendirse… y estuvo y está al Amor crucificado, que se da hasta el extremo… la #rosasinporqué soporta la soledad, porque por la gratuidad sabe que la muerte no tiene la última palabra… ¿cómo vives la insoportable soledad?, ¿tu esperanza va más allá de tus expectativas y tiene sus raíces el amor dado y recibido?… (hoy no hay Evangelio, la Palabra descansa en el sepulcro)…