¡La realidad no es lo que llega sin aureola o sin profundidad!

… “caminante peregrino”, quizá te quedes encerrado algunas veces, sin posibilidad de tomar aires nuevos, o viejos, sin derroteros o sendas para andar… esto puede ser muy frecuente en las horas que no dejan respiro… o que repiten las mismas «melodías»… o vuelcan las copias de dichos pasados en la frialdad de un papel muerto… pero la “realidad” no es esto que lees con tus sentidos quizá turbados… la “realidad” no es lo que llega sin aureola o sin profundidad… no, no es lo que estás viendo o padeciendo ahora…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, lo “real” siempre está escondido y respira muy hondo donde no aciertas a imaginar y mucho menos a encerrar… miras para un lado o para otro y nada distingues… sólo tormentas, nubarrones… y hasta puedes quedar sumergido en algún sueño… pero, es preciso que descubras lo “real” más allá de cualquier desengaño o desesperación o desilusión… porque esto que te aprisiona, esto que te limita… ¡no es tu camino ni «el» camino!… ¡nada ni nadie te detiene!…

… la «aspiración» profunda en tu plegaria… en tu vida… es «soplo» de Dios… en un sólo instante, en menos de un instante, por gracia del Altísimo descubres lo “real”… y desvelas el corazón más allá de las fronteras repetidoras y asfixiantes… ¡siempre amanece!, más alto que el sol y todas las estrellas y más cerca que cualquier inmediatez imaginable o no… sigue, pues, ésta tu peregrinación, que no estás aquí ni más allá… ¿por qué tienes miedo, hombre de poca fe?…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, superas las tormentas que se desatan con antojo de hundir tu barca, tu ermita, tu vida… la presencia de tu Señor amado, aunque dormido algunas veces, es antes que nada ¡Presencia!… levántate y lleva paz a tus hermanos que tienen tormentas adentro, que están atormentados… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 8,23-27: “… ¿por qué tienen miedo, hombres de poca fe?…”…)…