La enfermedad es esa realidad que nos alcanza a todos

… la enfermedad es esa realidad que nos alcanza a todos, es esa condición natural a la que tu cuerpo tiende por el hecho de estar vivo y no ser perfecto… la sufres en ti y la ves en otros… la puedes negar, cambiar de nombre y evitar en tus conversaciones, o la puedes afrontar y aprender de ella… la enfermedad te sitúa en tu justo lugar y saca de ti una de las verdades más profundas… se convierte en maestra, dura y exigente, pero maestra… hay enfermedades banales que son apenas una piedra en el zapato, un pequeño susto… esa piedra en el zapato se convierte casi en la oportunidad de hacerte consciente que caminas… otras veces la enfermedad, propia o ajena, te pone ante una realidad más seria, más grave… te pone frente a frente con la finitud y echa por tierra el afán de omnipotencia y fortaleza… es ahí donde aparece, casi por milagro, la realidad más honda… que ni salud ni enfermedad, ni vida larga ni corta, quitan un ápice de la verdad más profunda… eres ¡creatura! y eres un ¡hijo amado de Dios!… todo lo demás no añade ni resta nada a esa dignidad y belleza fundamental… por eso asistir a un enfermo es más que nada visitar a un hermano… acompañar sin verborrea ni sermones, quedarte en silencio sin compasiones doloristas, bromear sin que eso sea una huida de la realidad… la #rosasinporqué simplemente está con el otro, visita la persona y no la enfermedad, ahí está la gratuidad y el alivio más profundo… ¿cómo reacciones ante la enfermedad propia y prójima?, ¿dejas que la enfermedad sea maestra de vida y de gratuidad?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,5-17)…