Inimaginable el desierto cotidiano en el que te encuentras necesitado, pequeño, vulnerable

… inimaginable el desierto cotidiano en el que te encuentras necesitado, pequeño, vulnerable… has dejado de admirarte, de sorprenderte, ya nada llama tu atención, el dolor de los amados te impide ver más allá… no vives, apenas si sobrevives… sin embargo, algo irresistible le lleva a abrir tus ojos cansados… y, a pesar de cualquier desolación o desengaño, tu corazón sigue latiendo… ¿han llegado noticias a tu pobre casa para visitar y habitar tu pobreza, para levantar un dolor nuevo, una nueva pena y desesperanza?… no, ¡nooo!… descubre, por favor, ahora y siempre, el hermoso rostro de la gratuidad en ése tu corazón desolado y en esas tus heridas de los tuyos que quieres curar… ayúdate a creer, suplica, pide… cree de corazón y de palabra, cree con los gestos y con las manos, el dolor no tiene la última palabra… confía, arriésgate a vivir sabiendo que no estás definitivamente solo… salta al vacío, en vida, de por vida, y afronta cada jornada como si ya tuvieras todas las respuestas… avanza a través de la duda, atesora, sin mérito ni garantía, alguna certidumbre frágil… sonríe en la hora sombría con la sonrisa más lúcida que imaginarte puedas, la gratuidad habla a su modo, bendiciendo a los malditos, acariciando intocables y desclavando de las cruces a los bienaventurados… la #rosasinporqué no desespera ante lo imposible, la gratuidad la llena de confianza y cada día vuelve a empezar… ¿cómo te comportas ante las cosas que te resultan imposibles?, ¿eres capaz de pedir con humildad y con total confianza?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,21-28)…