Huir, abandonar, dejar

… huir, abandonar, dejar… “huir” no suele ser agradable, aunque es algo que puedes hacerlo para tu bien… huyes de lo malo para ir a algo mejor… pero es verdad que no siempre huyes de algo malo, a veces huyes de algo que te incomoda, o de una realidad que no quieres afrontar, por pereza, por vergüenza, por una herida… a veces llegas hasta a huir de lo bueno, porque el cambio te da miedo… la huida siempre tiene un motivo, y no reconocerlo es negar que estás huyendo… “abandonar” puede ser necesario, cuando hay cosas que te atan e impiden el bien y tu libertad… pero abandonar puede ser desamor, o ingratitud, o irresponsabilidad… te niegas a abandonar las cosas que te gustan y a las que estás apegado, aunque te hagan daño o dañen a otros… lo peor es abandonar a los amados, que son tus raíces, y te secas… “dejar” puede ser cobardía, pero puedo ser un acto de inmensa valentía… dejar es desgarrador cuando las cosas, y las personas, las tienes pegadas, atornilladas o soldadas… debes saber de qué huyes, qué abandonas y lo que dejas, salvo que tu mirada sea estrecha y a corto plazo… solo puedes ser y hacer en esta realidad concreta que te rodea y en la que te encuentras, no en ningún mundo de ciencia ficción al que te gustaría huir… la #rosasinporqué no huye ni abandona, al vivir de y en la gratuidad acepta la realidad tal como es y deja lo que le quita libertad y alegría… ¿huyes de la realidad y abandonas tus raíces?, ¿eres capaz de dejar lo que te ata y esclaviza?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 11,11-15)…