Existen huéspedes incómodos, que cuando se adueñan de ti te convierten en una triste sombra de lo que estás llamado a ser

… existen huéspedes incómodos, que cuando se adueñan de ti te convierten en una triste sombra de lo que estás llamado a ser… hay uno muy cruel, se llama “envidia”, si te muerde te incapacita para disfrutar con la alegría compartida… otro se llama “vanidad”, y hace que cuanto más alto estés, en lugar de ver mejor aprovechando la perspectiva, conviertas todo en un espejo donde únicamente ves tu propia imagen… otro huésped incómodo es la “burla”, la muy bruja humilla a los débiles, suele disfrazarse de humor y hace insensibles a quienes la acogen… “intolerancia” es despiadada, pisa fuerte con discursos duros y se maquilla con justificaciones sutiles… ¿y qué decir de “rencor”?, si lo acoges te desgasta hasta las entrañas, te encierra en una prisión de memorias y agravios que parecen siempre presentes… y “soberbia” es la reina de las sombras, seduce a tipos débiles y los viste de reyes, les lisonjea hasta que ya no saben hacer otra cosa que hablar, convencidos de poseer todas las verdades… está otro mal bicho que tiene cada vez más casas, “egoísmo”, que constantemente te susurra al oído una canción pegadiza: “sólo tú importas”… son legión, juegan contigo y dejan muchas víctimas tiradas por ahí… la #rosasinporqué sólo hospeda a la gratuidad, así evita vacíos y soledades… ¿a quienes hospedas en tu corazón?, ¿alimentas los malos espíritus y los dejas merodeando en tu corazón?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,28-34)…