Existe un desprecio, ¿o un temor?, a la soledad porque en realidad no se la conoce

… existe un desprecio, ¿o un temor?, a la soledad porque en realidad no se la conoce… decía Jacqueline Kelen: «… la soledad -no el aislamiento- es un don maravilloso, un regalo real… pero nos atemoriza, porque gracias a ella nos abrimos al descubrimiento de nuestra libertad y no parecemos muy dispuestos a ‘ser libres’…”… la soledad es esa dimensión interior no invadida, virgen, que te permite abrirte a los demás sin invadirlos ni atropellarlos… la soledad es el umbral de la gratuidad en comunidad, en familia… por falta de una auténtica soledad hay tanta agresión y rivalidad… ha llegado, pues, la hora de evangelizar hacia dentro… los errores se multiplican y los porrazos también: porque no hay conversión adentro… no hay tiempo para la extensión, es hora de profundidad… las flores sonríen y el corazón agradecido las descubre… por eso es que no se entiende porque pides signos… terrible es que pierdas el tiempo con cosas superfluas y espejitos de colores… no vale la pena que colecciones ilusiones y salgas a comprar fantasías en el supermercado del mundo… ¡abre los ojos del corazón!… la #rosasinporqué no anda buscando signos para confiar y darse hermosa a todos, la gratuidad le hace vivir con las raíces en la tierra sin fantasías… ¿vives reclamando signos poniendo en evidencia tu falta de confianza?, ¿abres los ojos del corazón para ver las flores en el camino?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,29-32)…