Espacio de abrazos acogedores no asfixiantes

… espacio de abrazos acogedores no asfixiantes, de miradas cálidas no condenatorias, de caricias suaves no pegajosas, de besos cariñosos no mezquinados, de palabras sinceras no fingidas… ¡familia!… oasis donde la vida del otro es cuidada, respetada, alentada… ¡familia!… almácigo de la confianza y de la ternura, cuna de los sueños y proyectos, fuente inagotable de la gratuidad y de la gratitud… ¡familia!… templo de la vida feliz, de la interioridad y de la trascendencia… ¡familia!… y también, niños huérfanos de padres vivos, ¡dolor!… padres sin hijos, ¡dolor!… mamás sin papás, ¡dolor!… papás sin mamás, ¡dolor!… nietos sin abuelos, ¡dolor!… abuelos abandonados, ¡dolor!… para que haya “familia” es necesario “levantarse y tomar consigo la vida del otro”, salir de uno y hacerse cargo… la “familia” no es un de repente ocasional bajo un puente ni una solución para emparchar los descalabros de la cama… la “familia” germina desde un sueño de mañana, es un sueño que se sueñan sus miembros y lo mantienen encendido como un fuego… la “rosa sin porqué” ayuda a las familias a poner en primer lugar el incondicional afectivo del “te quiero porque te quiero”… ¿sueñas con la familia?, ¿te levantas todos los días y te haces cargo de tu familia?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 2,13-15.19-23)…