Eres débil, somos débiles

… eres débil, somos débiles… eres limitado, somos limitados… tropiezas, chocas con tus temores, depresiones, tristezas, achaques… tropiezas y caes, tropezamos y caemos… caes y deseas no levantarte sino, más bien, dormitar en el mortecino calor de la autocompasión, o yacer en el áspero colchón de la evasión… ¿qué haces con tu debilidad?… quizá tu mayor debilidad sea no saber qué hacer con ella… “mal de muchos consuelo de tontos”, dice el saber popular… pero ¿por qué no aprovechar este “consuelo”?… es precisamente ese “todos somos débiles” la ventana que puede darte algo de luz… sí, tu ser débil puede ser la puerta de encuentro con el otro a través de muchas mediaciones: es tu falta la que te lleva a pedir perdón, es tu fragilidad la que te ayuda a comprender a otros, y es tu pobreza la que te enseña a ser humilde y a compartir… pero esto no se hace automáticamente: necesitas antes un duro camino de aceptación de límites y una larga peregrinación para, mutuamente, secarse los sudores, curarse las ampollas, sostenerse el uno en el otro y besarse las heridas… compartir la debilidad es algo grande, es algo que te hace distinto… la #rosasinproqué sabe que la estricta justicia es la peor justicia, la gratuidad la lleva a dar de más, a perdonar de más, a prestar de más… ¿está tu vida regulada por la estricta justicia o por la misericordia y la compasión?, ¿das al que te pide o le vuelves la espalda al que quiere pedirte algo prestado?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 5,38-42)…