En ocasiones, repetidas con no poca frecuencia

… en ocasiones, repetidas con no poca frecuencia, lamentas detenimientos y fracasos… la experiencia de los límites te hace retroceder o te detiene, tal vez en un lugar no deseado… te detienes y un vago sentimiento de frustración no te deja en paz… y esto es así porque no acabas de convencerte que tu vida no consiste en el éxito o en el aplauso estridente… tu vida es gratuidad y gratitud, y nada hay tan fecundo como el dejarte regalar, el dejarte invitar… ¡anímate a dejarte regalar!, ¡anímate a dejarte invitar!, ¡anímate a no detenerte en las necedades de arrogantes y petulantes!… no desfiles ante los ojos bobos de los que todo olvidan, que no irán a buscarte o a pedirte lo que tú piensas que posee algún valor… lo que juzgas bueno será siempre tenido por carente de «interés»… deja y sigue, que no hay métodos para protegerse de lo mediocres… reconoce que estás “invitado” a la vida y a la alegría… y que toda invitación debe tener su fuente en la gratuidad, y en el ella debe permanecer para no perder su frescura y fragancia… invitar es hacer algo de buena gana para hacer sentir bien a otro sin ocasionarle gastos ni molestias… ¡siéntate a la mesa que se te invita y disfruta!… la #rosasinporqué ha sido invitada a la vida y a la alegría, y gratuitamente invita a otros a participar de lo que ella recibió… ¿invitas o cobras entrada cuando quieres hacer algo por tus amados y amigos?, ¿te dejas invitar gratuitamente?… (con el Evangelio de hoy, san Lucas 14,1.12-14)…