En mayor o menor medida, todos tenemos miedo a la soledad

… en mayor o menor medida, todos tenemos miedo a la soledad… si le preguntas a los jóvenes, probablemente sea el mayor miedo cuando piensan en el futuro: “miedo a quedarse solo, sola”… y seguro que conoces a personas mayores que pasan los días y semanas en sus casas sintiéndose inmensamente solas… todos compartimos este miedo a la soledad porque es algo intrínseco a nuestra condición humana: el hecho de sentir que hay una parte, en el fondo de tu corazón, donde te sientes solo… es como una herida que llevas muy adentro, y da igual que uno esté casado, soltero o célibe… la herida de la soledad está ahí, sin embargo, no es una herida cualquiera… es una herida fecunda, que se abre y puede dar mucha vida… es una herida que te recuerda que eres creatura y que el único que puede darle sentido a tu existencia es Dios… esa herida, que a veces duele mucho, te recuerda que eres necesitado y vulnerable, y que solamente dejaras de sentirte solo y herido cuando descubras el amor y Su amor… si quieres que tu soledad no sea sola soledad estéril, tienes que aprender a ver la belleza fecunda de esta herida… es mentira que para ser feliz necesitas vivir una plenitud afectiva constante, eso es imposible mientras estés en este mundo… la felicidad mientras estás en camino a la eternidad no tiene que ver con esa satisfacción plena, sino con vivir, con sentido, en la verdad, la soledad y el encuentro con Dios y con los demás… la #rosasinporqué descubrió por la gratuidad el sentido de la soledad fecunda, y sabe que da vida hasta muriendo… ¿eres fiel a tus amores aunque te dejen solo?, ¿has descubierto la fecundidad de la soledad?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,17-29)…