El mundial de Rusia nos ha dejado “estrellas estrelladas que no brillaron y luces humildes que iluminaron”

… el mundial de Rusia nos ha dejado “estrellas estrelladas que no brillaron y luces humildes que iluminaron”… es que haber sido los anteriores campeones, por quienes apostarían todos, no fue suficiente… tanto tiempo esperándolos y pasaron con pena y sin gloria… aún peor, no hicieron nada… en el deporte, y en la vida, hay quienes se “preocupan de brillar ante los demás” y quienes “entregan su vida para iluminar a los demás”… no es un tema menor saber gestionar el orgullo y la vanidad… aceptar que no se es tan especial, tan “crack” como se cree, y que el de enfrente es tan valioso como uno, aunque no haya brillado aún ni brille jamás… el sabio es el que sabe aceptar sus límites y ordena con criterio sus dependencias… la humildad no está de moda entre los “genios” y los “ídolos” del momento… estos tienen que “brillar” ante los demás, y ello mismos se encargan que ese “brillo” aumente día a día… no les interesa “iluminar”, sino “brillar”… una sana humildad, que no es auto-humillación, te sitúa con capacidad de reconocer los dones de los demás, aceptar que puedes equivocarte, que no eres infalible… el orgullo y la vanidad hace buenas migas con la mezquindad, la humidad hermana con la gratuidad… la #rosasinporqué no se pavonea de ser nada especial siendo tan especial, no le interesa brillar sino que ilumina con la gratuidad de su presencia… ¿brillas o iluminas?, ¿conoces y rezas con las “letanías de la humildad (¿las quieres?)?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 12, 14-21)…