¡El lugar de afuera es espejo del de adentro, y lo ves al revés!

… “caminante peregrino”, ¿qué le pasa a tu corazón si ya lo has dejado todo?… ¿extrañas o te has «fijado» en un lugar que no olvidas y no terminas de dejar?… ¡qué hermosos son esos «rincones», esos «caminos» o sendas, que se abren en paisajes o ciudades, cuya aparente lejanía no puedes aceptar!… pero has olvidado una noticia que es fundamental y esencial…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, eso que tanto aprecias y que ubicas a tu alrededor no está en realidad fuera de ti… en los caminos que recorres… sino que se halla en tu interior… aquello que tanto quieres no es un conjunto de cosas o lugares, «aquello» está en ti… ciertamente no te gustara ni llamara tu atención si no estuviera en tu interior…

… llevas tu tesoro escondido y los paisajes nada dicen si no son los paisajes del alma… ¿por qué te conmueven esas montañas y la infinitud del mar?… porque están, antes que nada, en ti, y reconoces sin darte cuenta lo que en realidad llevas en tu corazón… no andas por esas sendas que crees descubrir… el camino veraz es interior… es un misterio, pero la verdad es que lo mayor, lo más grande, está en ti…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, dejas lo dejado y te lanzas en los brazos de tu Amado… no estés pendiente del lugar en que te encuentras ni del lugar que ocupas… que el lugar de afuera es espejo del de adentro, y lo ves al revés… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 19,23-30: “… lo hemos dejado todo… ”)…