¡El clamor de los niños inocentes resuena en el silencio!

… “caminante peregrino”, ¿qué es el sonido, qué el «clamor»?… eso que ahora oyes, ¿es simplemente «ruido»?… ¿qué es lo que oyes?… ¿no será el clamor del mundo que suplica una plegaria?… ¿no será el gemido sin fronteras que pide misericordia y que no lo sabe ni lo sospecha?… ¡tantos son los que ruegan sin saberlo, y de cualquier manera!… inocentes, inocentes, ¡niños inocentes!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, las «cacofonías» no impiden el silencio… por el contrario, la soledad y la angustia de tantos inocentes, en un mundo descompuesto y desacompasado, se expresan con terribles y dolorosísimas «inflamaciones»… como la «irritación» y la angustia de órganos sufrientes que claman piedad… hay una relación escondida y fecunda entre el silencio de Getsemaní y el clamor inocente que ruega piedad y misericordia…

… la «oración de Jesús», ¡la oración del Inocente!, ¡oración por excelencia!… te ha de «revelar», de algún «modo», la hondura del misterio y de tu cotidiano padecer… las injusticias consentidas y justificadas son el clamor de los inocentes, que sufren y que sufres en el mismo «Huerto» del Señor… es el «peso» de la humanidad… el «peso» de la Cruz que participas…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, oras y velas en “la hora del Misterio”… el silencio es siempre nuevo… el silencio en verdad no calla… el clamor de los niños inocentes resuena en el silencio… no lo interrumpe, lo revela… el silencio te canta el clamor, el clamor se transforma en silencio… la mayor injustica es la carencia de misericordia y de ternura… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 2,13-18: “… es Raquel que llora por sus hijos… ”…)…