Donde todos hubiesen visto una locura, María vio un horizonte

… donde todos hubiesen visto una locura, María vio un horizonte… donde muchos hubiesen visto una trasgresión, Ella intuyó la promesa de Dios… donde tantos se hubiesen estremecido ante la perspectiva y hubiesen exigido más pruebas, más seguridades o más garantías, Ella exclamó “¡hágase!”… donde la ley era la referencia y la condena, Ella fue capaz de cantar la grandeza del Dios que está con los más pequeños… donde todo era convencional, María, con una acogida hecha al tiempo de ignorancia y valentía, de confianza y entrega, fue capaz de colaborar con Dios de un modo radical… donde otros se quejan por ayudar a los demás, Ella cantó con el alma la mirada bondadosa de Dios sobre su insignificancia… ¿cómo llamarías tu lo que un ángel así desbarata?… si fue como tener seguras las paredes de la casa y en un vendaval sin ruido ver que el techo se levanta y entra Dios hasta la alcoba, diciendo… “llena de gracia, no me levantes paredes ni pongas muro a tu casa que por entrar en tu historia me salto Yo las murallas… si virgen, vas a ser madre… si esposa, mi enamorada… si libre, por libre quiero que digas: ¡he aquí la esclava!’… y, entonces, se escuchó “¡he aquí la esclava!”, y quedó su palabra sencilla sencillamente arrodillada… la #rosasinporqué canta la bondad de la gratuidad en su pequeñez, es profundamente feliz y alegra a los demás con su presencia… ¿cantas tu pequeñez y fragilidad o la lloras y lamentas?, ¿tu presencia es para ayudar, consolar y alegrar o para entorpecer, fastidiar y polemizar?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,36-47)…