El desierto, el mar, los paisajes ricos en horizontes infinitos

… el desierto, el mar, los paisajes ricos en horizontes infinitos, te circundan en la realidad más honda, porque todos ellos te dicen algo de la interioridad que no tiene confines… pero cuando el asalto de ambientes y situaciones, cuando la angustia se hace patente, entonces te parece perder la dimensión vital y caer en ese subsuelo que te aplasta y te ahoga… entonces levantas tu mirada a lo alto, aguardando la benevolencia de Dios, su compasión, su ayuda, para salir del apretujón, para proteger tu salud y tu vida… y ¿qué ocurre?… es frecuente que Dios calle y lamentes su “ausencia”… es frecuente que busques explicaciones de cualquier índole, con tal de superar tu impotencia… en definitiva no encuentras alivio, el alivio que suponías tan fácil para Quien todo lo puede… ¿por qué… porque tu mirada a lo alto no es acertada, te vuelves a “un” Dios “enojado” y “mediado”, lejano en definitiva, a través de la “mirada” y los “rostros” de “otros”, seguramente munidos de los poderes y estilos de este mundo… “autoridades” que pretenden identificarse con lo divino y cerrarte las puertas de la paz… la #rosasinporqué deja de lado los mandamases de este mundo, y sólo recurre a la gratuidad donde encuentra toda compasión y paz… ¿a dónde buscas compasión y paz para tu corazón abatido y el de tus hermanos?, ¿has incorporado la compasión hacia tus hermanos como un latido de tu corazón atento y agradecido?…. (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,35 – 10,1.5ª.6-8)…