Desconsolados, hambrientos, abatidos

… desconsolados, hambrientos, abatidos, desprotegidos, perdidos, abandonados, ¡así están mis hermanos, Señor!… desmultiplícame para que se multipliquen en tus manos, mis cinco panes y dos pescados… innecesario, absurdo y pretensioso, que yo llegue a todos… imprescindible que seas Tú mismo, Palabra y Pan, quien consuele y alimente… si me desmultiplico, ¡mi nada alcanza y hasta sobra!… si me multiplico, ¡mi todo no alcanza y hasta falta!… Tú, Señor, me enseñaste que hay palabras sin golpes de azada, ni sol en la piel, ni fermento en las entrañas, ni piedras de molino, ni fuego de horno, ni aroma de ternura, ¡que hay palabras que no son pan!… Tú me enseñaste, Señor, que hay panes que no tienen sosiego, ni miran a los ojos, ni llaman por el nombre, ni abren el rostro, ni comparten el alma, ni saben a infinitos, ¡que hay panes que no son palabra!… Señor, ¡necesitamos el Pan que es Palabra en el encuentro!… Señor, ¡necesitamos la Palabra que es Pan en el desierto!… la #rosasinporqué es, gracias a la gratuidad, palabra y pan para aquellos que la reciben cada mañana… ¿disocias la palabra del pan?, ¿te desmultiplicas o te multiplicas?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,34-44)…