¡Cuando tu Señor te visite y lo dejes entrar!

En las fotos: juego y concurso con los más pequeños en el Hogar… la elección de la “reina” y del “rey” del Otoño… aprovechamos las distintas oportunidades motivando a los niños para que superen sus limitaciones… las limitaciones se superan reconociendo y aceptando los “límites” de cada uno, sin enojos ni resentimientos, sin broncas ni quejas… el “concurso” no es una competencia, porque todos ganan al compartir el momento…

… “caminante peregrino”, ¿dónde está la respuesta a tu debilidad?… te repites ésta pregunta, pretendías una solución definitiva que te procurara esa paz difícil de alcanzar… lo que observas, lo que te rodea, es inadmisible, inaceptable… una suerte de indignación te invade al aguardar al menos el «ejercicio» del «sentido común» en los sucesos cotidianos… lo que aguardas no sólo no llega: ¡aparecen cosas peores que te asaltan y mortifican!… el mundo, el demonio y la carne se dejan adivinar potentes a cada paso… ¿entonces?…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, el camino de la salvación y de la sabiduría… el camino de la «elevación», de la deificación… adonde estás permanentemente llamado… pasa por Getsemaní y por el Calvario… cada vez que lo inaceptable, lo inadmisible, presenta sus «perfiles» en tus horas… cada vez que no ves ni solución ni respuesta… ¡se levanta el velo del secreto incomparable, indecible, con la invitación a velar con tu Señor al menos una hora!…

… así, inmediatamente, tu plegaria obtiene la respuesta… la única que todo lo sobrepasa: «hoy estarás Conmigo en el Paraíso”… sí, a pesar de todo, a pesar de tu debilidad y pecado… a pesar de lo que sea… a pesar de no haber logrado edificar, en este mundo en que vives, ese claustro de piedra de tus sueños… después de todo… débil sospecha del Paraíso que se te dará en sobreabundancia en el «tiempo de Dios»… ¡cuando tu Señor te visite y lo dejes entrar!…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, permites el encuentro con Aquel que tiene toda repuesta a tu debilidad… Él te asegura que tu fe obtendrá lo que busca, que Su Presencia basta para ponerte en pie… tu Señor no es extranjero ni extraño en tus penares… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 8,5-17: “… tomó sobre sí nuestras debilidades…”…)…

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