¿Cuándo estarás en el «lugar» deseado?

… ¿cuándo estarás en el «lugar» deseado?, ¿cuándo quedarás libre de las opresiones que te abruman?… una y otra vez sigues interrogando al aire y al viento: ¿cuándo?, ¿cuándo?, ¿será mañana o pasado mañana?… ¡tantas fatigas y malestares!, y ¡cuánta incomprensión!… clamores y preguntas, desorientaciones y perplejidades… y ese terrible «por qué» que se repite siempre y cuyo eco retumba en caminos y quebradas… el silencio responde, sí, el silencio responde… de un modo o de otro, y te dice que hay un valle… es hermosa la figura de este valle: un valle profundo y abierto al cielo, que has de hallar tarde o temprano… ¡el valle mil veces existe!… das con él en las encrucijadas de los caminos y, alguna vez, en él te hallas cuando no te dabas ya cuenta de nada… ¡el valle está ahí y no miente!… no prestes atención a otras cosas, deja de lado quehaceres y pesares, olvida menesteres y otros viajes… deja todo por donde vas o por allí, abre el horizonte… vienes a hallarlo todo, tal vez, en una pequeña flor… la flor es mayor que el valle y se la encuentra más allá del mar… no interrumpas tu camino, no dejes de buscar… no aguardes aplausos ni consuelos de nadie: anímate a seguir hacia las estrellas, todas ellas lucen… siempre amanece, que la Aurora llega… la “rosa sin porqué” aunque nada entienda, no deja de darse en gratuita hermosura… ¿dejas de buscar porque no entiendes o comprendes?, ¿las dificultades, las pruebas y los interrogantes son muros que te impiden seguir o fuentes que te animan a mirar más arriba?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,43b-45)…