Cuando el amado se ha ido, o se lo han llevado

… cuando el amado se ha ido, o se lo han llevado… cuando sólo queda la presencia de su ausencia, aún queda el lenguaje de las «lágrimas», que brotan, corren y caen en silencio… llora, sí, tu soledad, porque no existen las «respuestas suficientes»… pero siempre es posible ir más hondo, estás confundido cuando buscas soluciones en «extensión», en pura línea horizontal, y buscas en el camino de la «cantidad»… las «estructuras» que te agobian y fatigan, el ruido, las distracciones, oprimen en un pequeñísimo lugar… tu error es otorgarles una influencia de la que carecen, porque en realidad estás lejos de tantos problemas y te hallas manoteando por estar cerca… ni estás “aquí” así no más, ni eres «eso»… más bien eres «aquello», más allá, aún más allá de tus sueños… aprende, agradecido, a contemplar el cielo en la rosa y en el instante la eternidad… no fuerces ni empujes, «deja»… el gran fracaso consiste en presionar, ni reprimas ni empujes… con sencillez respira, deja que tu corazón sonría… así acaban las alegrías: ¡en la sonrisa!… la #rosasinporqué no se ciega con las lágrimas de las ausencias, la gratuidad la mantiene atenta para descubrir nuevas presencias… ¿lloras las ausencias por el ausente o por ti que quedas solo?, ¿mantienes limpio y atento el corazón para descubrir nuevas presencias?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,1-3.11-18)…